¡Incluso formó el desierto más árido del mundo! Y no solo eso: las frías aguas del extremo austral pueden ser responsables de eventos meteorológicos en cualquier parte del mundo, provocando desde sequías hasta lluvias torrenciales.
Los océanos, la atmósfera y las corrientes marinas están interrelacionadas y no se pueden entender por separado.
Las aguas superficiales del océano absorben la mayor parte del calor de la atmósfera, mientras las corrientes marinas se encargan de distribuir este calor. Estas, a su vez, están influenciadas por las corrientes marinas frías que surgen en la Antártica, que fluyen en las profundidades y “colisionan” con las corrientes cálidas superficiales, actuando como un verdadero termostato del clima.
Un ejemplo de esta influencia es el desierto de Atacama, que se formó debido a las frías aguas antárticas que circulan hacia el norte por las costas de Chile, afectando el ciclo del agua. Al tener una temperatura más baja, el mar produce menos evaporación, reduciendo las precipitaciones y la nubosidad en la zona.
Uno de los grandes temores ante el cambio climático, es cómo el aumento de temperatura y el derretimiento de los hielos antárticos cambiarán la temperatura, salinidad y densidad de las aguas, modificando estas corrientes y, en consecuencia, alterando el clima planetario y propiciando la ocurrencia de eventos meteorológicos extremos.
El continente antártico posee características únicas con relación al resto del planeta. Por una parte, es un verdadero regulador del clima mundial, pues en él se origina una fría y profunda corriente marina que juega un rol fundamental en su circulación a través de varios océanos: la Corriente Circumpolar Antártica. Además, la inclinación del eje de la Tierra determina que en este lugar las estaciones del año se vivan de manera más intensa que en el resto del mundo, intercalando largos períodos de luz y oscuridad.
Ya te contamos que los océanos influencian el clima de la Tierra porque almacenan y transportan grandes cantidades de calor y humedad. Así, por ejemplo, el calor absorbido por los océanos en un lugar puede ser llevado por las corrientes marinas a miles de kilómetros de distancia, antes de ser liberado a la atmósfera, determinando los patrones de temperatura y precipitaciones en el mundo. Así se va estableciendo el clima a nivel global.
Una de las corrientes marinas que destaca por su influencia es la Corriente Circumpolar Antártica. Es la más grande del mundo, su ancho mide entre mil y dos mil kilómetros, fluye de oeste a este a cuatro kilómetros de profundidad, transportando un volumen aproximado de 130.000.000 m3/s por más de 23 mil kilómetros. Transporta agua intermedia y profunda entre los océanos Pacífico, Atlántico e Índico, redistribuyendo el calor alrededor del planeta.
Más de 6 mil kilómetros separan el desierto de Atacama del continente antártico, pero a pesar de la distancia, las corrientes marinas de la Antártica expanden su influencia hacia el norte de Chile.
El océano Austral se formó hace cerca de 35 millones de años, cuando se produjo la separación de Sudamérica del continente antártico, lo que permitió la comunicación entre los océanos Pacífico y Atlántico a través del paso Drake y la formación de la Corriente Circumpolar Antártica. Lentamente, la Antártica comenzó a enfriarse, lo que afectó directamente a otras zonas del planeta.
Así, por ejemplo, la zona que hoy conocemos como desierto de Atacama, pasó de recibir 200 mm de precipitaciones anuales a menos de 20 mm anuales, por influencia de las corrientes frías procedentes de la Antártica y los efectos de la Corriente de Humboldt. Al ser aguas muy frías, se redujo la generación de evaporación, disminuyendo las precipitaciones y la nubosidad en la zona. Finalmente, cuando se produjo la elevación de cordillera de los Andes, Atacama se convirtió en el desierto más seco del mundo.
Este dato no es menor, especialmente en el contexto de cambio climático al que nos enfrentamos actualmente ¿Cómo, en qué lugar del mundo y de qué manera podría influir cualquier variación en las condiciones actuales de Antártica?
La Tierra ha transitado entre períodos fríos o glaciales. Estos ciclos ocurren debido a cambios regulares en la órbita terrestre alrededor del Sol, conocidos como ciclos de Milankovich, los cuales alteran la intensidad de la energía solar que recibe el planeta. Sin embargo, desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido la principal fuente de cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo que liberan Gases de Efecto Invernadero (GEI) como dióxido de carbono, los que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor y elevando las temperaturas.
Pero el cambio climático no se trata solo de temperaturas más cálidas. Se esperan cambios en la circulación de los océanos, derretimiento de los hielos, aumento del nivel del mar, sequías intensas, inundaciones, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad.
En este contexto, las zonas polares se ven más afectadas, ya que los cambios en la temperatura y sus variaciones son mucho más pronunciados y rápidos. La tasa promedio de pérdida de hielo en la Antártica ha pasado de 0,08 milímetros por año (período 1992- 2001) a 0,4 milímetros por año (período 2002-2011). No solo han aumentado las temperaturas, sino también las precipitaciones de agua, acelerando el derretimiento de los hielos. Junto a ello, ha disminuido la cantidad de krill, alimento base de toda la trama trófica del continente.
23,5 son los grados de inclinación del eje de la Tierra en relación con el plano de órbita que describe alrededor del Sol. Esta condición es clave en múltiples aspectos; por ejemplo, provoca la sucesión de las estaciones del año.
Visualiza un eje imaginario que atraviesa el planeta desde el Ártico a la Antártica, sobre el que gira toda la esfera. Este movimiento se llama rotación, genera el día y la noche, así como las diferencias horarias.
Pero la Tierra no solo rota, sino que también se desplaza en una órbita elíptica alrededor del Sol en un movimiento denominado traslación que, sumado a la inclinación de 23,5° del eje de rotación, determina la ocurrencia del otoño, invierno, primavera y verano. Esto sucede porque, a medida que la Tierra gira alrededor del Sol, su eje inclinado siempre señala la misma dirección; por ello, cada uno de sus polos se inclina hacia el Sol durante aproximadamente medio año.
En pleno verano del hemisferio sur (enero) los días en la Antártica tienen luz casi las 24 horas del día. A medianoche, el Sol "baja" hasta la línea del horizonte para luego volver a "subir". En cambio, durante el invierno (junio) los días permanecen en una prolongada penumbra.
Al sur del Círculo Polar Antártico hay al menos un día en el año en que no se pone completamente el Sol (solsticio de verano), y al menos una noche en que este no sale completamente (solsticio de invierno).